No sé quien me llevaba hoy a casa, agarrada al volante de mi coche con mis propias manos.Yo llamaba a esa chica que conducía, para preguntarle si me conocía de algo, cómo había llegado hasta ahí.Pero no escuchaba, ni siquiera traspasaba la pared que tenía conmigo, aún siendo mi compañera de viaje. Yo pensaba en el vacío, y ella, la chica que llevaba el volante, tenía los ojos tan abiertos que lagrimeaban secos. Me puse nerviosa.Cogí a la chica de la barbilla fuertemente hasta que nos miramos, fijas, sin pestañear. Pero en cinco minutos de claridad, volví a perder el norte.
No sé quien me ha llevado a casa mientras yo estaba a ciegas tirada en ese asiento, solo me acuerdo de su nombre. Sonaba a mar, pero a ella no le gustaba reconocerlo.