martes, 17 de mayo de 2011

elefantes omnívoros pasean entre mi pecho y espalda.
animales con olor a fusta que le obligaron a aprender a base de palos.
elefantes salvajes que acabaron domésticos como una lavadora con botones apagados; centrifugandose en la carretera que construyen en los árboles donde vivían.
y aprenden a hacer el pino, o a trotar, al galope, como caballos.
elefantes que hoy me miran a los ojos.
entre mis dedos corren hormigas en forma de sangre, se me duermen las manos de apoyarla contra la pared que hoy se cae desesperada.
y no podemos hacer nada, la pared se cae y no podemos controlar el mundo.
entonces pensamos, ellos, los elefantes, últimamente andan un poco tristes.

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