domingo, 21 de marzo de 2010

y yo quería seguir siendo la chica del mar, pero el mediterraneo estaba revoltoso y me daba miedo entrar, incluso respirar era todo un esfuerzo en esos momentos.
atrapados bajo este inmenso techo de almacén gris, uralita ruidosa, truenos y relámpagos, fango en los pies y cuerpo bajo la ducha.
es marzo y el sur desaparece, cortina húmeda y opaca tendida en el tendedero de una pensión abandonada, sigues sin contestar mis llamadas y pienso que se está secando todo lo que plantamos en su día, los girasoles, por ejemplo, ya no saben dónde está dios y las margaritas ya sólo se quedan en un no me quiere, inocentes nosotros cuando las regábamos pensando que todo esto calmaría el dolor, ironía del mundo, ahora sólo nos han sobrevivido los cáctus y eso no es buena señal.
es hora de hablar de la quimera de otra vida, de lo que no supimos expresar, del trapecio que ante la nada oscila de tragedias y triunfos que duran un segundo, de alterar el destino y de la fábrica de hielo del olvido.

es hora de hablar de las cosas rotas que no puedo arreglar, de que este humor no tiene que ver contigo, que hace tiempo que nada acabar consigo, que la fama es el opio del triunfador, que mas vale suerte que talento, y me basta este momento como una revelación.

es hora de hablar de las voces de los hombres y su engaño, de la verdad como forma de violencia, del dolor y de la inocencia, del infinito entre tus brazos ,de los limites de mi cuerpo y el regateo de mi ficción es pura fucción.
es hora de hablar de la culpa y la madre del castigo, de hacerse viejo entre tus enemigos y del lento proceso de derrumbe y que nunca hablamos de lo que hay que hablar, de secuencias, de presagios que se cumplen, y que quiero hacer muchas cosas por ti, las más posibles.