lunes, 28 de marzo de 2011
Inventar culpables me hace heridas en los labios, perdonarme no es lo más acertado, te dejo que me escupas, hoy todo te dejo. Por desterrarte de mi palabra, y mentirte como una canción de estribillo infinito. Y coger, coger letras y bailarlas hasta que choquen, como pájaros mareados por el esfuerzo de creerse elefantes en la tierra. Tú tuviste mala suerte, yo tuve mala suerte, la misma que tuvo la araña que quiso dormir debajo de mi zapato. Y murió aplastada, como moriremos los que quedemos aquí, rodeados de tanta catástrofe verbal.
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Sólo espero que la catástrofe verbal desaparezca en algún momento antes de acabar como la araña. Sólo un rato, al menos.
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