miércoles, 27 de abril de 2011

“Viven en un continuo leitmotiv de cómo el amor ensucia los pulmones”

El chico aire
Amaneció muriendo, el nunca había amado a nadie y tampoco le pareció importante hasta esa mañana de invierno.
No sabía que le podía estar pasando.
Él era un chico de vida tranquila, nunca le habían dolido las fuerzas como en ese momento de su casi muerte.
Estuvo horas en la cama divagando por sus delirios, inventó ser un delincuente de vapores, quiso ser esquimal en Formentera;
Cansado de su fracaso de transformación, pensó tres segundos seguidos.
Un, dos, tres
Y se levantó.
Fue caminando hasta el espejo que tenía en la cocina, justo enfrente del microondas, se miró, se tapó los ojos, se subió los pantalones y salió de allí.
En el salón esperaban su gato y un pez naranja que le regalaron cuando era agosto y la feria ambulante había llegado a la ciudad.
Como todas las mañanas, chico aire dio de comer a gato y derramó agua fría en la pecera.
Era toda una rutina, pero ese día el cielo no estaba de su parte, le dolía la vida pero no quiso hacerle mucho caso.
Aire abrió el paraguas negro, se sentó en el sofá a ver un programa de televisión; tenía goteras en el tejado, gracias a Dios no era supersticioso.
El chico se estaba muriendo, y no era frío, se empeñaba en perder su último tiempo tirado en ese sofá horror vacui.
El chico aire se tocaba el corazón.
El chico aire tenía que hacer algo.
El chico aire en la arista de la ventana, se puso en posición salto de trampolín y saltó a la calle, dando dos giros con los pájaros. (Realmente iba en ascensor desde su tercera planta hasta el bajo, pero su muerte estaba siendo una vida de enajenaciones)
Caminó de charco en charco, bailando corría y saltaba, no tenía destino.
A cuarenta kilómetros de casa una señal luminosa le hizo entrar en ese metro cuadrado que tanto le sedujo.”Salida de emergencia” (pensó que sería su lugar al fin y al cabo)


La chica de sonrisa geométrica.
Amaneció con ansias de vida, ella que siempre había sido tan pesimista,
Esa mañana salió de la cama, con una voltereta hacia atrás.
Salió de la cama, corrió a la cocina abriendo la nevera, tenía litros de agua oxigenada y cerveza para alimentarse del hambre;
Enfrente miró se subió los calcetines y salió de allí, decidida a comprar algo de comer, ella no podía seguir tratándose de esas maneras tan mal educadas.
La chica salió corriendo por las escaleras desde el séptimo piso y saltando los escalones de cuatro en cinco.
Cogió la propaganda de los buzones, todo lo que la chica odiaba, ahora le encantaba, como por arte y gracia.
Hizo tiras con el papel de anuncios de colchones, comidas caras, de cine y música, tirándolos en la calle en forma de lluvia.

Ese día de invierno, al salir a la calle, se dio cuenta: el aire estaba descompuesto, como si de una muerte aérea se tratara.

Pero ella no quiso hacer caso, siguió su camino al supermercado más grande de la zona.
Comenzó a llover, llover, llovía.
Y las calles vacías, incluso las cucarachas de la ciudad habían volado hacia nadie sabe dónde.
La chica de sonrisa geométrica corría hacia un lugar que acogiera su cuerpo y sobretodo le dejara seguir fumando su cigarro de cada mañana.
A dos kilómetros de casa un cartel reflectante que decía “Salida de emergencia”
Ella pensó que estaba justo en ese momento y se metió en el metro cuadrado como pudo.

El chico sentado en el suelo de mármol, jugueteando con las llagas.
La chica, dio una patada al oxígeno, dio una patada al nitrógeno, apartó a chico Aire de las baldosas de hielo y se encendió su segundo cigarro del día.

-Hoy es mi día de suerte. Dijo ella rompiendo el silencio incómodo.

(El chico callado observando la comisura de los labios geométricos de ella)

La chica: - ¿qué haces aquí un día como éste?¿siempre sales en pijama a las salidas de emergencia?

El chico Aire sonrió, explicándole que fuerza tan extraña le había llevado a ese lugar un día de invierno.
(Le contaba que estaba muriendo de vida)

La chica asombrada de sentó en el frío mármol de hielo con él, estaba asombrada por la historia, pero sobretodo, atónita de experimentar por primera vez la empatía.

Estuvieron horas hablando, no salieron de ese metro cuadrado en casi días.
Él estaba aprendiendo cómo olía la compañía.
Decidió no salir de allí hasta que ella no se largara de ese sitio, o él se fuera de su propia vida.
Ella contaba historias secretas mientras tocaba su pelo rizado de forma nerviosa. Solo salían de ese lugar, ella para comprar tabaco y él a compartir oxígeno con el mundo durante a penas seis segundos.

El chico no se estaba curando, cada día le dolía más la Gloria, pero estaba encontrando sentido a su casi muerte, era todo un placer.

La chica con ataque de pánico (la habitación oscura)
El chico pálido.
La chica se fue corriendo para no volver, cerrando la puerta de emergencia, dejando a chico Aire, en la penumbra de la noche lluviosa de ese invierno casi primavera.
El chico notaba que se le desprendían las sombras, que iban bajando por las alcantarillas y que ya no iba a rescatarlas.
Más tarde supo que la respiración necesitaba salir de ese cuerpo y dándole tregua, la dejó escapar.
Se evaporaba y le salían plumas de las costillas.
El chico Aire estaba experimentando su propia muerte con una felicidad aterradora.
El chico.


La chica de sonrisa geométrica se despertó con su manera de vida pasada.
La chica triste bebió agua oxigenada para desayunar mientras se fumaba un cigarro, quería estallar.
La chica notó que el aire de la ciudad ya no olía a putrefacción, el aire había desaparecido; supo todo lo que había pasado, le temblaron las ganas.

Se puso el pijama y salió dirección “salida de emergencia”
Abrió la puerta que mataba al chico Aire.
La respiración asistida no sirvió para nada.

La chica de sonrisa rara giró su cuerpo.
Luego se fue, corriendo.

1 comentario:

  1. Hay un momento en el que sólo la emergencia te hace avanzar. El estado crítico, la imposibilidad.

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