miércoles, 28 de marzo de 2012
Nos estabas despidiendo de mi cabeza abajo. Bocabajo y de cuclillas estaba mi voz y los caballos que paseaban por tu mente estaban acelerados y atropellándome al galope.Otra vez trotabas encima de mi espalda mientras yo con cuidado intentaba matarte; pero tenía los brazos atados a tus manos, que sudaban, de nervios.Te grité con las cuerdas vocales asfixiadas, el aire no me entraba ya a conciencia.Estabas haciéndome heridas en el cuerpo que había parido mi madre, y eso no podía perdonártelo, pero el caballo de tu anodina ética sonreía.
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